Mi nombre es Daniela Viera y SOY ORGULLOSAMENTE AUTISTA
Primero que nada me gustaría agradecer a Maria Isabel Pereira y la gente de Autismo en Voz Alta por darme el honor de estar aquí esta noche.
Mi nombre es Daniela Viera, tengo 23 años, estoy a un año de graduarme de psicología en la universidad metropolitana y soy autista.
Me gusta decir que soy autista y no que “tengo autismo”, que “estoy dentro del espectro” o que soy una “persona con autismo”.
El autismo no se tiene ni se está, yo no amanezco un día y digo “hoy no puedo ir al automercado, amanecí muy autista, voy mañana cuando se me pase”.
Cuando digo que soy mujer, que soy venezolana, o que soy estudiante, a nadie se le olvida que soy persona, ¿Por qué si tengo que recordarles que soy persona cuando digo que soy autista?
Y a la vez, si digo que soy una persona con autismo, tratan de asignar todo lo bueno de mí a la persona que soy y todo lo malo de mí al autismo que tengo.
No hay que ver las partes, los autistas somos un todo.
Soy más que mi autismo, y a la vez no soy yo sin autismo.
El autismo no es solo cuando me tengo que ir de un lugar porque no puedo tolerar el ruido, o cuando me irrito porque me cambiaron mi rutina de hoy, o lo mucho que me cuesta hacer amigos nuevos.
el autismo también es cuando me emociono tanto que tengo que saltar y mover mis manos, o cuando me apasiono tanto por algo que te puedo contar todo sobre ello.
No hay nada más hermoso que la alegría autista, o el brillo en nuestros ojos cuando hacemos, o hablamos de nuestros intereses especiales
Mi alegría es autista, mi pasión por mis intereses es autista, mi voz es autista.
Este es el mes de la “concientización” sobre el autismo, y la concientización es muy importante. Quizás si mis maestras hubiesen sabido de autismo, en lugar de ver a una niña “llorona”, “emocional”, “falta de respeto”, “tímida”, hubiesen visto a alguien que necesita apoyo, y me hubiesen referido a un especialista que me hubiese dado un diagnóstico.
Por falta de concientización recibí mi diagnóstico a los 22 años, cuando ya el mar de opciones de apoyo que tienen la fortuna de tener los niños autistas se reduce a unos pocos terapistas que están dispuestos y capacitados para trabajar con adultos.
Como futura psicóloga autista, mi misión será aumentar las opciones.
Nacemos autistas, y morimos autistas, y nunca deberíamos tener que sentir que una vez que cumplimos 18 ya no importamos, que los especialistas nos han abandonado.
Nuestros padres no tendrían porque pasar de tener un ejército apoyándolos, a estar completamente solos.
Si buscas “autismo adultos” en internet, todo lo que encontrarás son recursos para padres sobre cómo cuidar de sus niños.
En mi formación como psicóloga, son raras las veces en las que mis cursos y libros de texto no hablan exclusivamente de niños cuando se trata de autismo.
Es como si los adultos autistas no existiéramos. Como si fuésemos niños perpetuos, congelados en el tiempo.
La concientización es buena pero no es suficiente, ni debería ser el objetivo de este día. Las niñas que me hacían bullying en el colegio no se hubiesen detenido si supiesen que soy autista, y las personas que me aman me han amado desde antes de saber que soy autista.
No me hacían bullying por ser autista, me hacían bullying por ser diferente, y no los que me aman no lo hacen a pesar de que soy autista, me aman tal y como soy.
La diferencia entre los que me aman y los que me hacen daño es qué tan dispuestos están a aceptar a todo aquel que sea diferente.
No basta con concientización, necesitamos ACEPTACIÓN. Necesitamos un mundo donde se nos permita ser diferentes, sea cual sea tu raza, religión, identidad de género, orientación sexual, estatus socioeconómico, o neurotipo.
Necesitamos un mundo donde esté bien ser diferente, donde esté bien ser autista, con todo lo malo y todo lo bueno.
Mi nombre es Daniela Viera y SOY ORGULLOSAMENTE AUTISTA.